
José Garcia Barriobero ya contaba con antecedentes claros. Desde muy joven era apodado Satanás por su comportamiento gamberro e indisciplinado. Asimismo se acercaba al convento de las monjas clarisas de Entrena gritando "yo soy satanás" para asustarlas. En 1937 se incorpora al ejercito donde comete un robo, lo que ocasiona su ingreso en prisión durante seis años. El 12 de septiembre de 1946 sale en libertad. Poco después sería cuando se convierta en asesino.
El juicio por este hecho se celebró en la biblioteca del instituto Sagasta, debido a que en aquel momento el nuevo juzgado estaba en construcción. Fue un evento abierto al publicó con una enorme asistencia popular y expectación. En el proceso participaron apellidos muy conocidos como Ignacio Saenz de Tejada, presidente del tribunal y abuelo de Jaime de Marichalar. Salvador Sánchez Terán, magistrado del tribunal, padre del que fue ministro de UCD del mismo nombre. Antonio Loma Osorio, abogado de Satanás y que fuera director del periódico Nueva Rioja durante más de 20 años. Abelardo Moreiras, fiscal jefe de la audiencia y padre del juez Miguel Moreiras de la audiencia nacional.
Tras el juicio y ser condenado a muerte, permaneció un año en la prisión de Logroño, mismo lugar donde sería ajusticiado. El encargado de proceder fue el verdugo Frutos Fuentes Estébanez. El condenado entró al lugar donde se iba a hacer justicia con la cabeza gacha y entristecido, miro hacia adelante y dijo: “¿Es que Franco no me ha indultado todavía, es que me van a matar?" Cuando el reo estaba sentado en la silla del garrote vil con el torniquete al cuello, los ojos vendados y las manos atadas, el verdugo procedió a alertar a Barriobero diciendo: “Si te mueves te haré más daño, es mejor que te estés quieto, no sentirás nada, con esto soy muy rápido”. Finalmente tras unos cuantos giros de la manilla que no llegaron a hacer mella en Satanás, la máquina se pasó de rosca y hubo que enviar al reo a su celda para arreglar el mecanismo sobre la marcha. Uno de los presentes conocía a una persona que vivía en la calle Mayor de Logroño y que lo podría arreglar, por lo que fueron a buscarle. Una vez realizada la reparación, comenzó la ejecución por segunda vez. El condenado se resistió y hubo que llevarlo a rastras entre alaridos y jurando decía: “¡Un tiro que me den un tiro, que sufro mucho!”. Este suceso quedó marcado en la mente del joven Logroñés Rafael Azcona, cuyo verdugo le sirvió de inspiración para elaborar el guión de su famosa película El Verdugo. Un film emblemático del cine español.
(En la foto Satanás entre el verdugo que lo ejecutó Frutos Fuentes fumandose un puro y el comisario de pilicía Feliz Larrea)
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