Una oleada de solidaridad recorrió la zona. El guarda de
campo del Conde de Hervías que presenció el suceso fue a avisarle. Este acudió con
algunos colonos y pronto empezaron las tareas de auxilio. Después envió un
mensaje a Cenicero y San Asencio para buscar más ayuda. Cuando el mensaje llegó
al alcalde de Cenicero, Francisco Montejo, convocó a toda la ciudad en rescate
de las víctimas. Las campanas tocaron y el pueblo quedó vacío. La hija de los
Manso de Zúñiga no dudó en acudir al lugar del suceso en auxilio de las heridos, llegando incluso a despojarse de sus enaguas para utilizarlas como vendas. La mujer del caminero, Baltasara Alonso,
realizaba continuos viajes a una fuente vecina para llevar agua a los
accidentados. El conde repartió hachas y martillos para liberar del amasijo de hierro a los que allí se
encontraban. Algunos metían cañas entre los escombros para dar de beber a través de ellas a las
personas atrapadas. Manuel Castor Aguirre, un Guardia Civil, acudió a rescatar
a las victimas después de haber recorrido más de 30 km a píe. Trabajó toda la
noche y toda la madrugada, de manera que ya sin fuerzas falleció al día
siguiente. Sin embargo no todo fueron buenas acciones, algunas personas
aprovecharon para robar en los equipajes y saquear a los muertos. En solo dos horas se consiguieron rescatar a
todas las víctimas. No obstante la incertidumbre de que quedaban más viajeros
sepultados hizo continuar las tareas de búsqueda. Cuando el alcalde de Logroño
Francisco Paula Marín se enteró de lo ocurrido, pidió ayuda al ejército y mandó
a Torremontalbo tres ingenieros zapadores y médicos. La ayuda no llegó hasta
media noche. La compañía de ferrocarriles hizo lo mismo poniendo en marcha un
tren de socorro que no llegó hasta el día siguiente.
Los heridos y cadáveres fueron trasladados a Cenicero, la
mayoría de estos últimos acabaron siendo enterrados en una fosa común. Ante la
falta de camas en el hospital local, se habilitaron para esa función la escuela
del pueblo y varias casas particulares. Los cenicerenses aportaron ropa, mantas
y todo lo que pudieran necesitar los heridos. La tarea de cuidar a los enfermos
recayó en las mujeres de la localidad, que se esmeraron en hacerlo lo mejor
posible. Algunos vecinos se ofrecieron a acoger en sus casas a familiares de
los accidentados que llegaban al pueblo. Dos hermanos de 4 años y 6 meses que
se habían sobrevivido gracias a que su madre los arrojara por la ventana del
vagón antes de la caída del mismo, fueron acogidos por el médico del pueblo Emilio Casas y por el obrero Domingo Tricio, cuya mujer le
amamantó hasta que llegó a recoger a los niños su abuelo.
La prensa nacional e internacional se hizo eco del
accidente. Periódicos como LA RIOJA, el ABC, el País, el Liberal de Madrid etc…
dieron cuenta de ello. A la hija de los Manso de Zúñiga se le dio un
protagonismo especial, debido a que en la época todavía sobrevivían de alguna
manera los estamentos medievales, siendo portada en la prensa de sociedad.
La casa real envió a La Rioja al coronel Ripollés que elaboró
un informe sobre lo sucedido, el cual impresionó al rey Alfonso XIII. Finalmente
el monarca el 19 de enero de 1904 concedió a Cenicero el título de cuidad en
agradecimiento por la solidaridad de sus habitantes. Algunos tildaron esta medida política de insuficiente, argumentando que además del título de ciudad habrían hecho falta medidas para que la localidad fuera más prospera.
Llegado el momento de pedir responsabilidades, comenzó en
agosto de 1903 un proceso judicial que concluyo tres años después, en mayo de
1906. Se acusó a 7 empleados de la compañía de ferrocarriles Norte de ser
responsables de la catástrofe. Se alegó el mal estado del puente, algo que ya llevaba
denunciando desde hace tiempo el conde de Hervías, así como el hecho innecesario
de que engancharan una segunda locomotora al tren. Sin embargo, la compañía dio
una cuantiosa suma de dinero a unos cuantos heridos, lo cual posibilitó que
muchos de ellos cambiaran su declaración en el juicio, quedando finalmente los siete
empleados y la compañía indemnes.
(En las fotos varias escenas de la catástrofe y rescate,
muchas de ellas recogidas por periódicos locales como el diario LA RIOJA y torre fuerte de los condes de Hervías)
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